martes, 19 de enero de 2010

CRÓNICAS DE UN ENYESADO (el comienzo)

Dos meses atrás... (música de arpas y vista borrosa anticipando el flashback) Fútbol 5 de los domingos con amigos. Hacía ya un par de meses que veniamos jugando todos los fines de semana. Nuestro estado físico deplorable recién comenzaba a adaptarse a este tipo de actividades. Nos cansabamos menos, aunque no es decir mucho; el primer partido a los 10 minutos eramos todos zombies (de los de antes, los que no corren) persiguiendo el "esféricooooo" (Manolo Lama ®). Y nuestro fútbol, ya sea porque somos 10 amigos, o porque somos una poronga jugando, se caracteriza por el fear play. Rara vez hay una patada, una pierna fuerte, un codazo a la nariz o pinchazo con alfiler en los corner. Faltaban aproximadamente 30 minutos para terminar. La mitad del partido. Tengo el balón en mi poder. Me encuentro en los 3/4 de cancha contraria, "corriendo". Fue todo un instante. Uno de mis contrincantes se dispone a quitarme la pecosa (diría el infumable de Moar, refiriendose a la pelota, por razones que sólo él conoce). Pone un pié y en un microsegundo pensé: Mi rodilla va a estrellarse con la rodilla de mi amigo (tengo el siguiente defecto: me cuestra mucho frenar cuando corro, y no porque corra rápido -que no lo hago- , sólo me cuesta) Nos va a doler. ¿Qué hago? Y... me tiro y nos salvamos los 2. Me tiré... y LA PUNTA DE LA VERGA nos salvamos los 2. Caigo al suelo, y todo el peso de mi cuerpo fue a parar a mi muñeca derecha. Me dolió. Mucho. Estuve unos 10, 15 segundos tirado en el piso, me levante y seguí jugando mientras pensaba "puta madre, me parece que me esguincé". Era un dolor "bancable". Al terminar el match, decidimos mis amigos y yo, tomar una cerveza al cordón de la vereda. Me pasaban la botella de 1L, y con algunas dificultades podía agarrarla con la mano lesionada y beber del néctar. Llego a mi casa y mis dedos eran 5 morcillas saladas (por el sudor) y me puse hielo. Hasta ahí el dolor no era nada del otro mundo. Cuando llegó la hora de hacer la nonona... ahí si. No encontraba posición que no me causara un fruncimiento anal del dolor. La mano de costado, palma apoyada, abajo de la almohada, nada... (verso triple). No dormí en toda la noche. Al otro día, lunes, para ir a trabajar me puse una venda (bastante precaria) que dejaba inmóvil mi muñeca y de esa manera no dolía tanto. Terminaron mis 9 horas de jornada laboral, y voy al CASMU, al que en estos 2 meses le agarré un odio... ¿cómo se dice?... de la putisima madre que lo recontramil parió. Ahí va, así se dice. Primero fui al de Arenal Grande y Colonia. Me acerco a "informes". - Hola, me duele - ¿Qué te duele? - Dije "hola" - Hola - La mano - ¿La mano qué? - Me duele - ¿Qué te duele? - LA MANO!!! - ¿Por qué te duele? - Me caí, creo que me esguincé. Ayudame. - Mmh.. Te conviene ir a Traumatología. Acá no hay. Tenés que ir al CASMU de Abreu y 8 e' otubre. - Bueno, puto. Fuí. Entro por una puerta. Me acerco a una señora. - Hola, me duele la mano. Ayuda - Hola, tenés que salir y dar la vuelta, y entrás por la puerta de ______ (calle que no recuerdo) - Bueno, vieja conchuda Entro por esa otra puerta. Me acerco a una señora. De nuevo. - Hola, me sigue doliendo la mano. Ayuda - Por acá no es. Salís, agarrás para allá, doblás a la izquierda, donde están las ambulancias, ahí. - Bueno, vieja conchuda 2. Entro por esa puerta. Voy a informes. - Hola, la puta que te parió, me duele la mano. Ayudame o te escupo. - ¿Número de cédula? - 4.935.... (si, tengo 20 años y mi cédula es 4.9... Me la saqué por primera vez a los 12 años) - ¿Diego Acosta? - ¿Qué? - Nada, si sos vos... - Sí - Pará... ¡¿vos sos el del blog MuyMarsupial?! - Sí - Naaaa!!! Carlos!!! (su compañero de informes) Mirá quién es!!! ¡¿Me das un autografo?! - No - Sorete. Esperá por ahí, consultorio B te llaman por tu nombre. Primero te ve el médico general, y después el traumatólogo. - Oky Doqui Esperé... 45 minutos, una hora, fácil. Sale la dotora. - Acosta...? - ¿Mmmmsííí? - Adelante... - Permisooo... - Sacate todo - Bueno zzzzzzip - ¡¡¡TODO EL BENDAJE, PENDEJO!!! - Perdón... - Mové la mano - ¿Así? - Sí, pero ahora la que te duele, pelotudo - Ah... no puedo, me duele... - Bueno, a ver (mientras anotaba en una orden)... tenés un esguince... Pero vamos a sacar una plaquita para descartar cualquier fisurita, o fracturita, por las duditas. - Oky Doqui. Voy a sacarme la placa. Llego a Radiología. Espero, espero, espero. Nada. Los radiólogos estaban adentro. Yo sabía que estaban adentro. Ellos sabian que yo estaba afuera, y que yo sabia que ellos estaban adentro. Y yo sabía que ellos sabian que yo estaba afuera y que ellos sabían que yo sabia que estaban adentro. Al rato... - Adelante... - Puto Me sacan la placa y me dan un papelito: "Ahora esperas acá afuera y en frente es traumatología, cuando salga alguien le das el papel y al ratito te llaman" Salí... Esperé, esperé, esperé. Cada vez caía más gente a sacarse placas, y esperar al traumatólogo. Sale una "algo", enfermera o lo que sea, de la sala de traumatología. Paso por arriba de todas las viejas que aguardaban igual que yo. Y le digo: "tengo esto" (me agarré y sacudí el tobúl), "...y esto también" (le muestro el papel) "...¿te lo doy a vos y vos se lo das al doctor?".. - Eh... mmmh.. si, bueno... a ver... (se ve que no era ese el procedimiento, pero la enfermera me hizo el favor, o de ignorante lo hizo nomás). Tomó el papel y entró. Así como entró, durante otra hora más no salió NADIE. Pero NADIE. Pasaban otras enfermeras por los pasillos de la sala de espera y las impacientes ancianas las increpaban diciendoles "estamos esperando hace hora y media y el traumatologo no aparece, esto no puede ser, bla bla bla, así está el país, bla bla bla, no me da la jubilación, bla bla bla, me gusta limpiar la vereda, bla bla bla". Y yo no se si a las funcionarias les chupaba un huevo o qué, que las miraban, asentían con la cabeza, y seguían caminando. Hasta que una dijo "bueno.. voy a buscar a uno". Mientras las viejas se quejaban entre sí de la mala organización y servicio que brindaba el hospital, causandome un incremento en el volúmen de mis huevos, sale un doctor de la sala de Traumatología (se ve que tienen un pasadizo secreto adentro) y empieza a llamar gente: - Gutierrez...? (y no había Gutierrez) - Perez...? (y Perez no estaba) Entró y cerró la puerta. Yo estaba a las puteadas, porque eran como las 10 de la noche, estaba en vueltas desde las 17.30, dolorido, y este sorete primero no aparece, y cuando aparece llama a 2, esos 2 no estan, y se va. Me decido a ir a golpear la puerta, cuándo sale nuevamente el tipo: "Acosta...?" Entro. Le relato el motivo de mi dolor. Le doy las placas, las pone en ese "coso" iluminado y me dice: "a ver...". Me agarra la mano, y pregunta: "te duele ACÁ?". Cuando dice "acá", con su dedo gordo, me presiona la parte de arriba de la muñeca, donde empieza el pulgar. Lo cual hace que en un tono bastante elevado, me refiera a cierta parte negra de cierta ave verde. Y a pesar de que el "sí" estaba implicito en mi puteada, contesté afirmativamente luego del improperio. A todo esto, el doctor, en un tono bastante soretón me dice lo que quedó retumbandome en el cerebro durante largos, largos minutos. "Tenés FRACTURA de escafoide, 2 meses de yeso", y empezó a escribir, así que ni vió mi reacción ante semejante noticia. Entonces decidí transformar esa expresión facial en una verbal, y formulé la pregunta más corta y a la vez, profunda y certera del universo: "eh?". El traumatólogo agarró la placa y me dijo "ves ahí?.. ves que esta separadito, bueno, eso es una fractura, vas a tener un yeso hasta el hombro..." (y esta vez me le adelante a que ignorara mi cara) - "EH???" - "... un mes el yeso hasta el hombro, después te lo cortan y un mes más hasta el codo". No dije nada. Muchas cosas pasaron por mi mente. Entré a sacar cuentas, a ver en cuántas fechas importantes estaría con el brazo enyesado: Navidad, Año Nuevo, mi licencia, etc. Una poronga. Le pregunté si podría usar uno de esos "yesos" que no son yesos, que tienen como velcro y te lo podes sacar cuando se te canta. A lo que contestó algo así como "la verga" debido a que el yeso tenía que ser hasta el hombro. Porque el puto del escafoide es un hueso que muevas como muevas el brazo, "lo usas", digamos. Paso a sala de yeso. Derrotado. Había ido por un esguince y me terminé llevando una fractura que me iba a llevar 2 meses soldar. El "yesólogo" era un tipo veterano, de unos cincuenta y largos, sesenta y pocos. Pelo blanco, blanco, barva blanca, blanca, y por supuesto, indumentaria haciendole juego. Me mira, lo miro. Y en esa mirada dijimos muchas cosas. Mi mirada básicamente decía "la puta madre", la de él "y bueh.. que v'hacer". Porque claro, el laburo del tipo es recibir a los derrotados, a quienes perdieron la batalla ósea, es el encargado de inmovilizar cierta extremidad de las personas, que ya de por si, vienen de 5 horas de vueltas en el hospital, les duele, y se tienen que comer tremendo garrón, un remedio sumamente amargo como lo es el yeso, para curarse. Un trabajo muy duro. Me trató como si fuese una púber virgen a punto de entregar mi flor. Me sentí muy comodo. Me contuvo repitiendo mucho el "... y bueno...". Y de hecho así era, y bueno, ¿qué podía hacer yo? Ya estaba. Me preguntó de mi vida. De mi trabajo. Y parecía interesarle, no lo preguntaba porque sí, por educación o lo que fuere. Me preguntó cuántos meses me habían dado de yeso. "Dos" le dije. "Y capaz que 3..." agregó él. Pero en un tono tan celestial que no me molestó tanto. Hasta el día de hoy, me gusta pensar que ese señor; esa persona de voz calma y pausada; ese individuo cuyo trabajo no era más que el fin, la meta de una larga carrera cuyos competidores, personas con traumatismos en las diversas extramidades, no quieren llegar; no era otro más que... Dios. continuará...

2 comentarios:

Demian Granola dijo...

ahi va!

(obvio qeu no lei ni enpedo una palabra de lo que escribiste)

negro dijo...

volviste! volvi!! q grosoo, que pene volverrr... no te puedo creer q morgan freeman trabaje en el casmu, te dio los poderes de dios mientras tenias el yeso no? no mientas, nooo mieentaass